Todos los viernes, entre marzo y diciembre, Gabriel Pérez y su esposa Mariela han convertido el servicio a los más necesitados en un verdadero apostolado, ofreciendo una rica once a personas en situación de calle. Desde hace más de una década, su compromiso de fe ha sido reflejo del amor fraterno, siguiendo el legado de San Francisco de Asís en la Parroquia San Francisco de Rancagua.
La fe y el servicio son pilares fundamentales en la vida de Gabriel Pérez Jopia, profesor básico y miembro de la Parroquia San Francisco de Asís de Rancagua. Hace 35 años, un alumno llamado Felipe Rojas, quien formaba parte de la Orden Tercera Franciscana, lo invitó a participar en la parroquia. Así comenzó su camino en la catequesis y, posteriormente, en la Orden Franciscana, cuyos principios de fraternidad y servicio a los demás han guiado su vida desde entonces.
Hoy, Gabriel junto a su esposa Mariela Pérez Aguilera, una educadora de párvulos, llevan adelante una iniciativa que ha transformado la vida de muchos: la Once Franciscana, una merienda sencilla pero cargada de significado espiritual que cada viernes de marzo a diciembre reúne a entre 40 y 80 personas en la parroquia. El pan y el té no son solo alimentos, son símbolos de una hermandad que sigue el legado de San Francisco de Asís.
Una mesa que alimenta más que el cuerpo
Gabriel relata cómo comenzó este proyecto hace 11 años, cuando el párroco lo invitó a organizar actividades con sus alumnos. “Ellos traían las cositas y repartían, pero cuando los alumnos se fueron, quedé yo. Desde entonces, hemos continuado con mi esposa, y es una obra que hacemos con mucho amor”, cuenta. Y desde hace tres años los ayuda cada viernes, Adela Saavedra Cantillana.
La "Once Franciscana" se caracteriza por su sencillez, emulando el espíritu y la fraternidad franciscana. "Es un pan, un sándwich, una taza de té, pero con mucho diálogo y un trato especial. Tratamos a cada persona con la dignidad que merece, tal como nos enseñó San Francisco", dice Gabriel, mientras recalca que este acto de entrega no sería posible sin el apoyo de su esposa.
Mariela, quien lo acompaña en este proyecto, ha sido clave en mantener viva esta obra. "Ella es un pilar fuerte en esto. Cada jueves, nos ponemos a conversar sobre qué hacer para la merienda del viernes, y gracias a Dios nunca nos ha faltado nada", añade Gabriel con gratitud.
Un compromiso sin pausas
Lo sorprendente de esta labor es que, a pesar de que la mayoría de las iniciativas de este tipo suelen depender de donaciones, Gabriel y Mariela han logrado sostener su obra principalmente con sus propios recursos. “El dinero a veces se va en cosas superfluas, pero Dios ha sido bueno con nosotros. Nos ha dado una familia hermosa y la posibilidad de dar. Así que decidimos entregar lo que podemos a quienes lo necesitan”, explica.
Sin embargo, de vez en cuando, la providencia se manifiesta de manera especial. Gabriel recuerda con cariño el gesto de una mujer que, luego de observar la actividad un viernes, regresó la semana siguiente con varios frascos de mermelada casera. "Con eso tuvimos mermelada para varias semanas", señala con una sonrisa.
Este acto de entrega no es solo una tradición familiar, sino una verdadera misión de vida para Gabriel. “Hay mucha gente en Rancagua que necesita una mano amiga. Éste es un proyecto de familia, de corazón, voluntad y, sobre todo, de creer en lo que Francisco nos enseñó”.
Un testimonio que inspira
El Padre Arul Dhas Francis, párroco de la P. San Francisco de Asís, destaca la importancia de esta iniciativa en la parroquia y en la comunidad en general. "Gabriel y su esposa, junto con otros voluntarios, han sido fundamentales en nuestra misión de ayudar a quienes viven en situación de calle. Todos los viernes vienen personas a la 'once', y los sábados ofrecemos desayuno y almuerzo con la colaboración de colegios y otros grupos de la comunidad".
El comedor solidario de la parroquia no solo da sustento material, sino que es un lugar donde se cultiva la fraternidad y el respeto por la dignidad humana. “Aquí, la fe sin obras no tiene sentido. La obra que realiza Gabriel es un ejemplo vivo de cómo la fe se traduce en acción”, agrega el padre Arul.
Hasta que Dios lo permita
Gabriel, quien junto a su esposa ha criado a dos hijas profesionales, siente que esta obra es una manera de agradecer todo lo que Dios les ha dado. “Dios ha sido maravilloso con nosotros, y esto es una forma de devolver un poco de lo que hemos recibido”, comenta.
Cuando se le pregunta hasta cuándo continuará con esta labor, su respuesta es firme: "Hasta que Dios me de salud. Esta obra reconforta. Ver a la gente feliz con un simple pan en la mano te llena el corazón. Mientras pueda, estaré aquí".
El testimonio de Gabriel y su familia es un recordatorio de que la fe puede mover montañas, pero también puede servir una taza de té y un pan con amor, alimentando tanto el cuerpo como el alma de aquellos que más lo necesitan.
La Tercera Orden Franciscana: Laicos comprometidos con el legado de San Francisco
La Tercera Orden Franciscana, también conocida como Orden Franciscana Seglar, permite a los laicos vivir el carisma de San Francisco de Asís en medio de sus responsabilidades familiares y sociales.
Fundada en 1221, permite que personas de todas las edades y profesiones vivan los valores del Evangelio, como la pobreza, la paz y la fraternidad, en su vida diaria.
San Francisco observó que muchos laicos querían seguir su camino de fe, pero sin abandonar sus compromisos familiares. Así nació la Orden Franciscana Seglar (OFS), que hoy está presente en todo el mundo. Los terciarios franciscanos, como se les conoce, forman parte de fraternidades locales, donde comparten oración, formación y servicio a los más necesitados, siguiendo el ejemplo de su fundador.
A diferencia de los frailes y monjas franciscanos, los miembros de la Tercera Orden no hacen votos solemnes, pero sí realizan una profesión pública de compromiso con la espiritualidad franciscana. Así, los laicos pueden vivir el carisma de San Francisco en medio de sus ocupaciones cotidianas, contribuyendo a la misión evangelizadora de la Iglesia.