El Padre Carlos Naranjo, Párroco de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Rosario señala que una de las expectativas que tiene es que se puedan sentir “una familia en la fe”.
“Tenemos que buscar las formas de poder crear este sentido parroquial, que para mí tiene un sentido también de familia, de familia de la fe”, dice el Padre Carlos Naranjo, párroco de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Rosario, al hablar de los desafíos que tienen como Pueblo de Dios. Es que la parroquia es grande, está compuesta por 17 comunidades, de las cuales 15 funcionan activamente.
En ese contexto, el padre Carlos precisa que una de las expectativas que tiene es 'sentirnos familia'. Para ello, está -junto a los agentes pastorales- buscando formas de crear este sentido parroquial y que todas las comunidades puedan tener este sentimiento de pertenencia.
En la actualidad, cuando faltan pocos días para celebrar la fiesta de Nuestra Señora del Rosario el padre cuenta que, si bien se hacen actividades en la sede parroquial para celebrar esta fecha, muchas veces, no tiene una concurrencia tan masiva. Según explica, el tema es que las comunidades están muy identificadas con su propia devoción. Por ejemplo, en Esmeralda, celebran el Cuasimodo, y en Apalta, hace poco fue la fiesta de la Virgen de los Dolores, y así, cada comunidad tiene su forma particular de festejar su propia fiesta. Por ello, el desafío es que todas ellas no sólo se enfoquen en su comunidad específica, sino que se identifiquen con la parroquia.
Ello, no sólo con respecto a la fiesta, sino que en todos los ámbitos, pues el sentido parroquial implica unidad y solidaridad, señala el sacerdote. Por lo que se está trabajando en que las comunidades también se ayuden mutuamente. Así, si una comunidad tiene una necesidad, las demás estén dispuestas a colaborar. También es importante fomentar el sentido de fraternidad, pues “somos una iglesia y debemos apoyarnos entre todos."
La Llegada
El padre Carlos recuerda que su nombramiento como párroco fue conversado en diciembre del 2019 y el cambio se produjo durante el verano, cuando ya la pandemia había llegado a Chile. Entonces, una vez que los cambios se produjeron formalmente, en el caso de Rosario fue sin entrega de la parroquia.
"Fue un momento muy complejo. Fui nombrado párroco justo antes de que llegara la pandemia a Chile, y no hubo una entrega formal de ella (como es costumbre). El obispo no estuvo presente y el Pueblo de Dios tampoco pudo participar de la llegada del nuevo párroco”, asevera. Agrega que “esos fueron tiempos muy difíciles, porque la gente no conoció al nuevo párroco”.
Para lograr conectarse con la feligresía comenzó a transmitir las misas por Facebook. “Porque en el fondo, la intención era también que la gente no se privara de la misa, aunque fuera virtualmente, y que se mantuviera vinculada a la parroquia de alguna manera. Porque tú buscas misa en internet y aparecen de todos los lugares del mundo”, expone el padre.
Luego, cuando pasó la cuarentena, para intentar conocer a los fieles comenzó a celebrar más misas en cada comunidad. “Pero hay comunidades donde la gente es muy mayor, le cuesta más llegar, entonces, volvimos a la idea de celebrar una vez al mes”, recuerda.
A pesar de las dificultades, la catequesis siguió activa en las comunidades más grandes. Ahora, puede ser de que no haya tantos niños ni jóvenes para recibir algún sacramento, pero en las comunidades se conocen e invitan al que le falte un sacramento, y así las familias se acercan.
El padre Carlos Naranjo explica que los grupos de catequesis le dan fuerza a la comunidad, porque hay gente que asiste a la capilla y le da más vida. En Apalta, por ejemplo, la catequesis se realiza los sábados antes de la misa, lo que permite que las familias participen de ambos momentos.
En cuanto a otras instancias de participación, cuenta que hay grupos de oración que se reúnen regularmente. En la sede parroquial, algunas mujeres se reúnen todos los jueves para rezar; y hay un grupo de varones también, que son Los Madrugadores, y que también están presentes en la parroquia y en algunas oportunidades recorren las comunidades. “La intención también es que ellos se vayan integrando un poco más en la vida pastoral de la parroquia. Entonces, ya se tiene la tradición, por ejemplo, de los que asisten a la celebración de la misa del domingo pasan la colecta, eso los integra”, dice el padre Carlos.
Ayuda fraterna
En la sede parroquial y en las comunidades siempre han funcionado pequeños grupos de ayuda fraterna, que van cambiando sus miembros. “La intención justamente no es que el grupo se disuelva, sino que vaya integrando nuevas personas y que vayan siendo acogidas”, explica el presbítero. Estos grupos conocen las necesidades de las familias (han realizado una pequeña encuesta) y organizan la ayuda según las circunstancias de cada uno. Por ejemplo, durante la temporada de cosecha, la ayuda se redirige a quienes más lo necesitan en ese momento y de acuerdo con la composición del grupo familiar. “La intención también es que no siempre sean las mismas personas que reciban la ayuda, porque no puede entender que haya personas como adultos mayores que van a necesitar la ayuda permanente, pero hay otros que en un momento pueden salir de esta encuesta que tenemos y darle la posibilidad a otra persona”, dice.
Compromiso con la Iglesia
El padre Carlos destaca con satisfacción el compromiso de muchos agentes pastorales, especialmente durante esos tiempos difíciles. Pues a pesar de la pandemia y el cambio de párroco, muchos continuaron sirviendo con fe y dedicación. Hay un grupo constante que colabora en las actividades de la parroquia, no para destacar, sino para el bien de la comunidad. “Ellos han tenido este sentido claro de fe, que la fe la tenemos que vivir en torno al Señor, que eres el principal y nuestro centro también”, acota.
En otro ámbito, menciona que la iglesia también está en contacto con las necesidades de las instituciones y personas de la comunidad local, facilitando, muchas veces, sus dependencias para reuniones y encuentros, en una actitud de apertura que ha sido muy valorada por los habitantes de Rosario.
EL SANTUARIO DE SAN EXPEDITO
Rosario es una apacible localidad, ideal para albergar al santuario parroquial de San Expedito(creado en 2009), ubicado a un costado del templo. Por ello, cuando es día 19 del mes, el cambio de actividad se nota: en las calles hay más autos, se moviliza la gente, que desde las 8 de la mañana comienza a acudir a una de las cinco misas que se realizan ese día. Cada una de ellas con el templo completo y “cuando uno pregunta a la gente de dónde viene, es mucha gente de afuera de la región o de distintos lugares al interior de ella”, señala el padre Carlos Naranjo.
Los devotos acuden a agradecer o pedir favores a San Expedito, al que se le conoce por prestar auxilio a las personas que necesitan de una resolución inmediata. Además, este santo es Patrono de los Jóvenes, Socorro de los Estudiantes, Mediador en los procesos y juicios, Salud de los Enfermos, Protector de los problemas de Familia, Laborales y Negocios.