UNA HISTORIA CENTENARIA

Lunes 04 de Marzo del 2024
El recordado sacerdote Humberto Sepúlveda (Q.E.P.D) dejó un inmenso legado en la Diócesis de Rancagua al escribir su obra “Crónica de una Diócesis”. En sus páginas va mezclando documentos, citas, anécdotas que permiten conocer detalles de cómo ha ido creciendo la Iglesia que peregrina por Rancagua. Cuando estamos próximos a celebrar el centenario de la diócesis queremos entregar fragmentos de estos escritos históricos. Los invitamos a leerlos y disfrutarlos.

 

NACIMIENTO DE LA DIÓCESIS

 

 

El 18 de octubre de 1925, a un mes exacto de la separación (Iglesia- Estado), nacen septillizas nuevas diócesis en Chile.

- Desde que me hice cargo del arzobispado -refiere el arzobispo Crescente Errázuriz- en 1919, y por más de seis años, me he desempeñado en la división de la arquidiócesis. «Desaparecidas las dificultades con la separación, la Santa Sede se ha apresurado a llenar esta sentida necesidad y ha dividido la arquidiócesis en cinco diócesis» (incluida Santiago).

- “Efectuada la separación como un mal menor, y por especial tolerancia de la Santa Sede, que mantiene intacto el principio doctrinal de la unión de ambos poderes, ha sido cosa fácil realizar lo que tanto se esperaba y que constituye una verdadera necesidad”, indica.

 

De visita en Roma el obispo Luis Antonio Castro Álvarez, auxiliar poco después, escribe al arzobispo el 1 de enero de 1926:

- El Prosecretario de Estado, monseñor Borgongini, me preguntó mucho por usted y tiene palabras de gran alabanza para el arzobispo de Santiago, cuya actuación considera la Santa Sede como verdaderamente providencial en los últimos tiempos.

- La Santa Sede -acota Errázuriz- considera esta actuación como verdaderamente providencial. En realidad, ha sido así. Los gobiernos, las juntas, todos han tenido muy buena voluntad para con la Iglesia. De todos he recibido manifestaciones de amistad. En la época más azarosa no se ha oído grito alguno de partido contra la Iglesia.

El mismo día, mismo mes, mismo año se crean simultáneamente las siete nuevas diócesis.

-Ya tiempo atrás era aconsejable – expresa la Constitución Apostólica Apostolici Mineris Ratio (La Razón del cargo apostólico) - dividir la Arquidiócesis de Santiago de Chile. Ahora, con el voto favorable del arzobispo y nuncio apostólico, todo expeditamente sopesado, en plenitud de la potestad apostólica, establecemos y decretamos lo siguiente:

 

En primer lugar, separamos de la Arquidiócesis de Santiago de Chile, las provincias civiles de Talca y Curicó con sus 26 parroquias, y las erigimos en la Diócesis de Talca, cuya sede constituimos en la ciudad de Talca y, en ella, elevamos su iglesia parroquial de San Agustín al honor de Catedral.

 

Igualmente desmembramos de la Arquidiócesis de Santiago de Chile, las provincias civiles de O´Higgins y Colchagua, con sus 31parroquias, y las constituimos en la nueva Diócesis de Rancagua, por la ciudad de Rancagua en la cual estará la sede episcopal, y ahí exaltamos su Iglesia parroquial de la Santa Cruz a la dignidad de catedral.

 

Asimismo, extraemos de la arquidiócesis de Arquidiócesis de Santiago de Chile, la provincia de Valparaíso, con sus parroquias y la erigimos en la separada Diócesis de Valparaíso, por la ciudad en la que estará la sede episcopal de esta nueva diócesis y constituimos en catedral la Iglesia que ahí se construye, dedicada a Nuestra Señora de Monte Carmelo.

 

Finalmente, separamos de la Arquidiócesis de Santiago de Chile, la provincia civil de Aconcagua, con sus 16 parroquias, y la erigimos en la nueva Diócesis de San Felipe de Aconcagua, por la ciudad. Constituimos la sede en la ciudad de San Felipe y elevamos al grado de catedral la Iglesia de San Felipe Apóstol ahí existente.

Los límites serán los mismos de las provincias civiles. En lugar de los canónicos del cabildo se elegirán consultores diocesanos. Y constituimos a estas mismas Iglesias catedrales sufragáneas de la Iglesia metropolitana Santiago.

Eríjase cuanto antes en cada una de las nuevas diócesis al menos un seminario menor. Y, mientras tanto, envíese al seminario de Santiago y, además uno o dos alumnos, al seminario Pontificio Pío Latinoamericano de Roma.

La arquidiócesis madre dará a las nuevas diócesis una suma de dinero.

Se delega para ejecutar todo esto al Nuncio apostólico Benedicto Aloisi Masella, con facultad de subdelegar.

De todo lo cual se enviará un ejemplar auténtico a la Sagrada Congregación Consistorial dando fe un notario con su firma. Nadie podrá oponerse a lo mandado.