María de Nazaret, esperanza y camino discipular

Jueves 30 de Noviembre del 2023
Ciclo de formación.

María de Nazaret, esperanza y camino discipular

 

 

¡Queridos amigos!

 

Hemos llegado a la última columna de nuestro ciclo de temas teológicos del año 2023. Han sido diez momentos en donde he querido compartir con ustedes algunas de las grandes cuestiones que van dibujando la teología como disciplina y práctica. La teología ese esa inteligencia que quiere entender y dar conceptos, forma y discurso a la experiencia que hemos tenido y tenemos con Dios. Ella, la teología, se ha visto como un “momento segundo”, es decir, como aquello que viene a informar o dar forma a un primer momento, a saber, la experiencia concreta que como cristianos y cristianas tenemos en el seguimiento de Jesús.

 

Luego de haber transitado por temas de teología sistemática, de haber conocido algunos puntos de la teología pastoral o práctica, mi última columna del 2023 trabajará a María de Nazaret en quien reconozco una experiencia de esperanza o de espera – muy ad hoc a esta época de Adviento y Navidad – a la vez que es compañera de nuestro camino discipular. Trabajaremos, por tanto, la mariología, es decir, el área de la teología que quiere entender quién es María y cómo ella, y al decir de la teóloga feminista norteamericana Elizabeth Johnson, es “verdadera hermana nuestra”.

 

  1. DESDE DÓNDE PENSAR A MARÍA: MUJER JUDÍA DEL SIGLO I

 

La importancia de reconocer el dónde o del espacio desde el cual surge un pensamiento o una forma de acercarse a un acontecimiento, cualquiera sea, es un elemento central que nos ayuda a enmarcar las reflexiones que podemos ofrecer sobre ese mismo acontecimiento. En el caso de María es necesario reconocer aquello que ella es: una mujer nazarena y judía que vivió en el siglo I de nuestra era. María, antes de las joyas, de los arreglos florales, de los tronos en las cuales la hemos puesto, es mujer creyente que vivió en una sociedad oprimida por un imperio extranjero, el romano, y que como los judíos e israelitas de su tiempo esperó la promesa de Dios. María es una mujer creyente en la alianza que Dios pactó con Abraham, en las leyes de Moisés y en las celebraciones rituales del judaísmo. María no nació, vivió ni murió como una mujer cristiana. Ella es judía. Este elemento es imprescindible si queremos entender a esta mujer que es madre, esposa, amiga y creyente. Es poner a María en el centro de su historia, de sus relaciones personales, de sus vínculos comunitarios. María de Nazaret es hija de su época. Aquí recomiendo la obra de Alberto Maggi “Nuestra señora de los herejes: María y Nazaret” que ha sido vuelta a publicar por la editorial Herder y que trata de reconocer los elementos de los que he hecho mención al comienzo de esta columna. María es nazarena.

 

  1. MARÍA: ESPERA DE LAS PROMESAS DE DIOS

 

La religiosidad de María es aquella que hunde sus raíces en las experiencias litúrgicas y cultuales de Israel en el siglo I. María es la creyente que abre su corazón a las promesas de Dios. El Dios de la Biblia es aquel que se ofrece a sí mismo a los seres humanos y que, por ese regalo total de sí, permite que los seres humanos puedan reconocer que en el vínculo amoroso de sus vidas con la vida de la Divinidad encuentran el sentido de las promesas y del cumplimiento de las mismas. La esperanza en cuanto actitud de lectura de la historia, de escucha del Espíritu que aletea en medio de nuestros cuerpos, también es algo que podemos reconocer en María.

 

El canto del Magníficat (Lucas 1, 46-55) es, quizás, el gran grito profético de una mujer pobre, hija de una sociedad oprimida y creyente, que reconoce que Dios está haciendo su obra en medio de los pobres, de los descartados, de los “herejes” como los llama A. Maggi en su obra sobre María. El que María haya cantado que Dios hace obras poderosas tiene que ver con una actitud de discernimiento y de profundización en las Escrituras que el pueblo de Israel conservó, leyó y vivió y que, en María, van desembocando en una sugerente síntesis de vida, de cuerpo y de creencia. El Magníficat, a mi entender, no es solo un himno bien dicho o escrito, no es solo un canto que nos ayuda a meditar con María. Concentrar nuestros esfuerzos en entenderlo solamente así es, a mi entender, quitar todo su potencial profético. Recomiendo a los lectores trabajar el artículo de la teóloga argentina Virginia Azcuy titulado: “María profetisa en el Magníficat. Aportes de hermenéutica bíblica feminista sobre Lc 1,46b-55” publicado en la revista Teología y Vida de la Facultad de Teología de la UC el año 2020.

 

  1. MARÍA POR EL CAMINO DISCIPULAR

 

María aparece también en medio de la comunidad de los discípulos y discípulas de Jesús. Me gusta pensar que María, junto con ser madre de Jesús, aparece también como discípula, como mujer que va siguiendo el camino del evangelio galileo, nazareno, descartado. María es la mujer pobre que hace experiencia creyente con hombres y mujeres pobres. Virginia Azcuy en el artículo del que he hecho mención en el apartado anterior escribe: “Al poner el Magníficat en labios de Mariám, Lucas la propone como primera cantora del evangelio –antes que Zacarías y Simeón– y como auténtica portavoz de Dios”. Me quiero quedar con la idea de ser portavoz de Dios, de hablar y anunciar el Evangelio. En la columna que trabajé a la Iglesia indiqué que si la comunidad se anuncia a sí misma está olvidando el corazón mismo del anuncio de Jesús (el Reino de Dios). María se coloca al final de todo lo dicho y canta en primer lugar el Evangelio. Por ello María es modelo de mujer discipular, de mujer que camina con la Iglesia y que, por ese camino también abre perspectivas nuevas de comprensión del Misterio de Dios y del servicio que desde Dios hacemos a los seres humanos.

 

Queridos amigos: gracias por este año de trabajo teológico. Aprender a pensar la fe, sin miedo, con mirada adulta y crítica, son elementos claves para ir profundizando en la riqueza de nuestra fe vivida, celebrada y compartida.

 

¡Feliz Navidad y bendecido 2024! Hasta Marzo…

 

 

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN

 

  1. ¿Qué cosas de María animan mi vida creyente?
  2. ¿Cómo podemos continuar a María como “verdadera hermana nuestra”?
  3. ¿Qué gestos del evangelio en donde aparece María nos desafían para este tiempo de la Iglesia?

 

Para continuar la lectura y la profundización

 

CLODOVIS BOFF, “Por una mariología social”, Concilium 327 (2008) 51-64

 

ELIZABETH JOHNSON, Verdadera hermana nuestra. Teología de María en la comunión de los santos (Herder, Barcelona 2005).

 

VIRGINIA AZCUY, “Hablar rectamente de María. La hermenéutica feminista de Elizabeth A. Johnson”, en V. R. AZCUY – M. GARCIA BACHMANNC. LÉRTOR – A MENDOZA (coord.), Estudios de Autoras. En América Latina, el Caribe y Estados Unidos (Mujeres haciendo teologías 3; San Pablo, Buenos Aires 2009) 247-266.

 

MERCEDES NAVARRO PUERTO, María, la mujer. Ensayo psicológico bíblico (Claretianas, Madrid 1987)

 

Juan Pablo Espinosa Arce

Dr© en Teología Pontificia Universidad Católica de Chile

Académico Facultad de Teología UC – U. Alberto Hurtado

Laico Parroquia El Sagrario