La vida pastoral de la Iglesia

Jueves 02 de Noviembre del 2023
Sección de formación pastoral.

La vida pastoral de la Iglesia

 

Dr© Juan Pablo Espinosa Arce

Facultad de Teología UC

Universidad Alberto Hurtado

Parroquia El Sagrario

 

¡Queridos amigos y amigas!

 

Bienvenidos a nuestra penúltima formación del año 2023. El tiempo ya va avanzando y estamos llegando a final de año. Como dejé enunciado en columnas anteriores, el propósito de estas líneas será trabajar la vida pastoral de la Iglesia en cuanto corolario del tiempo dedicado a la eclesiología el cual transitó desde el lugar del Espíritu en ella, la importancia de los sacramentos hasta llegar a la vida concreta o pastoral que marca nuestras comunidades. Lo que proponemos en particular en esta columna se puede enunciar en la siguiente premisa: la pastoral de la Iglesia, tanto en su dimensión teórica como en su ejercicio práctico, representa la fuerza a través de la cual la evangelización permite la vinculación entre fe creída (o enunciada) y fe celebrada. Para poder comprender lo dicho procedamos a descomponer algunos de los conceptos indicados en la premisa.

 

  1. Hacia una definición de pastoral y de teología pastoral

 

Lo primero que se hace necesario es ubicar los conceptos centrales en torno a los cuales queremos exponer nuestras reflexiones. Así es que hemos considerado explicitar dos conceptos iniciales, a saber, la pastoral y la teología pastoral. El por qué de esta “diferenciación” tiene que ver con lo indicado en la premisa, a saber, acercarnos a la pastoral de la Iglesia tanto en su dimensión teórica como a su ejercicio práctico. Gerald O’Collins y Edward Farrugia en su Diccionario abreviado de teología (2002) definen la pastoral como la “función desempeñada por el clero, como pastores al servicio del pueblo de Dios. El término puede aplicarse a la labor de quienes el obispo ha puesto a cargo de particulares ministerios como la educación religiosa y la asistencia social”. La definición de O’Collins y de Farrugia tiene, a nuestro entender, una excesiva concentración en la dimensión ministerial o clerical del concepto-práctica pastoral. Aun cuando no desconocemos que la primera función del clero es la pastoral (de ahí el “pastor”), consideramos que la vida pastoral tal y como la vivimos cotidianamente en las comunidades tiene en su fisionomía una fuerte presencia de laicos y laicas comprometidos en las tareas de corresponsabilidad eclesial. Signo de ello es el actual Sínodo sobre la sinodalidad convocado por el Papa Francisco en donde hombres y mujeres, no solo clero (gracias a Dios) están pensando la Iglesia.

 

Miradas más amplias tiene Raúl Berzosa en la voz “Pastoral de conjunto” del Diccionario de pastoral y evangelización (2001) el cual ha sido dirigido por V.M. Pedrosa, J. Sastre y por el mismo R. Berzosa. Berzosa entiende la pastoral de conjunto como “una pastoral articulad (corresponsable por todo el Pueblo de Dios), integral (comunión, anuncio, misión y celebración) y que llegue a todas las edades y ambientes”. Para Berzosa la pastoral de conjunto o pastoral corresponsable tiene como enfoque la misión. Volveremos sobre la exposición de Berzosa hacia el final del artículo.

Por ahora propongamos la definición de teología pastoral. Esta categoría es interesante a lo menos en dos sentidos. En primer lugar, porque parece es un concepto desconocido. Estamos más habituados a la pastoral “a secas” o a la pastoral con ciertos apellidos (juvenil, de niños, de catequesis, de liturgia, de acción social…) pero una teología pastoral es, quizás, algo novedoso para muchos lectores. O’Collins y Farrugia definen la teología pastoral desde seis puntos: es el paso del estudio a la vivencia concreta de la vida pastoral, es la práctica litúrgica y sacramental, tiene que ver con la dirección moral y espiritual, se hace patente en la asistencia a personas con problemas específicos, tiene que ver con actividades de defensa de la justicia y de la paz y está abocada al cuidado de personas de diferentes edades. En esta enunciación de criterios o acciones concretas falta el componente teológico, que, a nuestro entender, le da su carácter propio a la teología pastoral.

 

Jesús Sastre en el Diccionario de pastoral y evangelización presenta una acuciosa historia de la teología pastoral la cual hunde sus raíces en la Sagrada Escritura y que continúa renovándose hasta hoy. Sería imposible presentar todas las indicaciones que el autor considera al momento de pensar la teología pastoral. Limitémonos a indicar con J. Sastre que este concepto lo utilizamos pocas veces. Lo segundo que sostiene J. Sastre es que toda acción concreta de la Iglesia necesita una dimensión teórica o reflexiva y que uno se entiende con el otro. A partir de ello Sastre define el objetivo de la teología pastoral como “la reflexión teológica sobre lo que la Iglesia hace para anunciar el Evangelio, para renovarse a sí misma y para colaborar en la “civilización del amor”. La teología pastoral parte de lo que existe, lo ilumina con la teología dogmática y propone lo que debería hacerse para acercarse lo más posible al ideal evangélico” (2001).

 

Con las cuestiones indicadas hasta aquí sinteticemos indicando que, si la Iglesia carece de una reflexión sobre su propia acción, caería en el mero activismo o servilismo. Quizás en muchas instancias pastorales estamos reciclando estas formas de activismo vacío de sentido. Sería el “hacer por hacer” o la obra que se repite “porque siempre se ha hecho así”. En cambio, si consideramos la iluminación que la teología pastoral da a la vida concreta de la Iglesia, podemos reconocer su necesaria dimensión teórica que permite pensar, profundizar y dar razón de por qué hacemos lo que hacemos. Este cuerpo teórico lo encontramos en primer lugar en la Palabra de Dios, en la tradición de la Iglesia (teólogos, santos, escritores espirituales…), en la conducción pastoral del Magisterio y también en los avances de las ciencias humanas y sociales que nos permiten actualizar creativamente nuestra experiencia creyente.

 

  1. La pastoral de conjunto con la perspectiva sinodal

 

Un segundo punto que quisiera tratar es pensar cómo esta idea de pastoral de conjunto sistematizada y presentada por Raúl Berzosa (2001) se vincula directamente con la expresión del Sínodo. Para trabajar este apartado mostraré primero los siete puntos que a juicio de Berzosa ayudan a definir o enmarcar la idea de pastoral de conjunto. Luego vincularé, de manera libre, estos elementos con la experiencia sinodal.

 

Los puntos de Berzosa al definir la “pastoral de conjunto” son: a) la idea de que la fe se vive en los espacios cotidianos y que no debe existir separación entre lo creído y lo vivido; b) una vivencia fuerte de la eclesialidad, es decir, de la conciencia de que la Iglesia es comunitaria y que entre sus miembros debe existir comunión y corresponsabilidad. Se amplía con esto la conciencia de que la Iglesia es solo el clero. Berzosa incluso habla de ser una Iglesia de “adultos”; c) importancia de programar conjunta, articulada e integralmente la pastoral; d) importancia de la vivencia de la solidaridad y de la esperanza dentro de la vida pastoral reconociendo que lo central del ofrecimiento cristiano es el Evangelio, no las estructuras de la Iglesias. Estas últimas ayudan (y muchas veces entorpecen) el anuncio evangélico; e) importancia de organizar los territorios pastorales de una diócesis, parroquia o territorio; g) finalmente, la importancia de, al interior de la diócesis, tejer redes de colaboración y de articulación de todos los carismas.

 

Antes de seguir, preguntarme: ¿cuántas de estas cosas no estamos haciendo? ¿qué sí hacemos y bien? ¿o mal?... ¿entorpecemos o permitimos avanzar, más y mejor?

 

Sigamos. Decía anteriormente que quería hacer dialogar a Berzosa y su pastoral de conjunto con la sinodalidad. Lo que Francisco está proponiendo con el Sínodo es indicar que la hoja de ruta de la Iglesia de nuestro mañana más cercano ha de ser el caminar juntos, idea que define etimológicamente el “sínodo”. Por ello en Roma ha reunido al clero, a los laicos, a religiosos, religiosas y representantes de todos los ámbitos de la Iglesia para, entre todos (repito: entre todos) pensar la Iglesia. Si la Iglesia la seguimos imaginando desde un grupo reducido, con más perspectivas hacia el poder que hacia el Evangelio en ese mismo momento la palabra de Jesús está siendo desoída de la peor de las formas.

 

El sínodo es la materialización de esta pastoral de conjunto, de la pastoral organizada y representativa. Considero que para entrar en la perspectiva de lo sinodal requerimos, en primer lugar, un cambio de mentalidad, en torno a esto que decía de pensar si estamos movidos por el poder o por el Evangelio. También supone que las parroquias vivan su propia sinodalidad, que no es solo “organizar un Sínodo” sino que vivir la espiritualidad y las formas cotidianas de aprender a caminar juntos en medio de nuestras diferencias. Por ello el Sínodo es un momento de adultez, en donde decidimos el camino por el cual iremos y las opciones pastorales que tomaremos para emprender ese camino. En tercer lugar, considero que la pastoral de la Iglesia se vería enriquecida por la reflexión teológica. Nos hace muy bien formarnos, profundizar en nuestro cristianismo y proponer estas perspectivas y forma de lectura de la vida y de su vinculación con Dios. Eso es hacer teología pastoral.

 

  1. Últimas perspectivas

 

La pastoral es algo profundamente conocido. La vivimos y practicamos todos los días, con diferentes intensidades, carismas, denominaciones y formas de organizarnos. Considero que hay muchos hombres y mujeres que tienen infinitas formas de enseñarnos y de ayudar a que nuestra comprensión de lo que es la pastoral se vaya ampliando cada vez más y que se acompase al ritmo del Espíritu que juega, danza y se mueve libre por el mundo. Esta columna se ha querido posicionar en una mirada crítica y propositiva buscando ser una herramienta a través de la cual podamos continuar comprendiendo qué es la pastoral, cómo se vincula con su propia “teología” y qué elementos de vinculación con cuestiones actuales como el sínodo nos pueden ayudar a nosotros a pensar nuestro cristianismo.

 

 

Para continuar la lectura

 

Gerald O’Collins y Edward Farrugia, Diccionario abreviado de teología (Verbo Divino, Navarra 2002)

Vicente María Pedrosa, Jesús Sastre y Raúl Berzosa (dir), Diccionario de pastoral y evangelización (Editorial Monte Carmelo, Burgos 2001)

 

Preguntas para profundizar

 

  • ¿Cómo estamos viviendo la “pastoral de conjunto” en nuestra parroquia, capilla, movimiento, decanato, diócesis? Identifiquen elementos y espacios en donde ella se hace presente.
  • Si la respuesta de la pregunta anterior es negativa: ¿qué nos falta para articular una buena pastoral de conjunto?