Los sacramentos de la Iglesia

Lunes 02 de Octubre del 2023
En la columna de este mes de octubre, y como lo dejé enunciado en la cápsula de formación de septiembre, continuaré trabajando el tema de la eclesiología, es decir, la reflexión teológica sobre la Iglesia.

Los sacramentos de la Iglesia

 

Juan Pablo Espinosa Arce

Dr© en Teología (PUC)

Académico Instructor Adjunto Facultad de Teología

Académico Universidad Alberto Hurtado

Laico Parroquia El Sagrario

 

¡Queridos amigos! ¡queridas amigas!

¡Bienvenidos todos y todas a esta nueva cápsula de formación teológica!

 

Les escribo y comparto estas reflexiones desde Madrid en donde me encuentro realizando mi pasantía doctoral en la Universidad Pontificia de Comillas. Desde la capital de España reciban mi abrazo. También les pido que puedan pedir al buen Dios que continúe acompañando mi proceso de formación camino al Doctorado en Teología que espero poder concluir en el corto tiempo. Aquí en Madrid estoy trabajando e investigando en torno a mi tema de tesis y aprovechando los tiempos para conocer y profundizar más en torno a nuestra experiencia humana y creyente con profesores de esta Facultad de Teología.

 

En la columna de este mes de octubre, y como lo dejé enunciado en la cápsula de formación de septiembre, continuaré trabajando el tema de la eclesiología, es decir, la reflexión teológica sobre la Iglesia. En particular les invito a que podamos adentrarnos en la teología de los sacramentos. A partir de algunas cuestiones conceptuales y descriptivas que trabajaré en la primera parte, daré un segundo paso el cual buscará adentrarse en algunas perspectivas comunitarias y pastorales sobre la importancia de generar buenos y sanos itinerarios sacramentales. ¿Qué significa para la Iglesia vivir y celebrar los sacramentos? ¿qué incidencia tienen o pueden tener las prácticas sacramentales en la totalidad de la Iglesia y en la relación de ella con la sociedad humana? ¿cómo continuar profundizando nuestra vida sacramental de manera de hacerla cada vez más activa y consciente? Serán algunas de las preguntas que, en lo que viene a continuación, trataré de pensar y compartir con ustedes.

 

¡Desde Madrid una buena formación para todos y todas!

 

  1. ALGUNAS PERSPECTIVAS CONCEPTUALES EN TORNO A LA TEOLOGÍA SACRAMENTAL

 

Como ha sido una tónica en anteriores columnas considero necesario comenzar desde la cuestión lingüística, es decir, generar un marco común en donde mantengamos ciertas definiciones básicas para, desde ellas, continuar construyendo el edificio discursivo. Así, lo primero es definir la palabra sacramento. H. R. Schlette (1979) y en el diccionario de los conceptos fundamentales de la teología indica que la palabra sacramento está vinculada al griego “mysterion” (los misterios) y con el latín “sacramentum” que significa instrumento (mentum) sagrado (sacra-sacro) a la vez que puede significar hasta “juramento militar” o simplemente “juramento”. Los misterios y desde una perspectiva cristiana tienen que ver con el plan salvífico de Dios en Cristo que ha sido revelado o comunicado a los seres humanos y al mundo. San Pablo utiliza el “mysterion” en sintonía a esta realidad comunicable (Flp 1,9; Ef 3,19; Col 2,2b-3). A la vez se indica que a través de estos misterios, especialmente el bautismo y la eucaristía, el ser humano se introduce en el misterio de Dios. Con ello los sacramentos aparecen como espacios de vinculación con el Creador a la luz del Misterio Pascual de Jesucristo. Esta es la base neotestamentaria del sacramento o misterio cristiano.

 

Desde aquí Schlette (1979) indica “en los primeros siglos de la Iglesia falta el concepto de sacramento. Es cierto que desde los Padres apostólicos encontramos en toda la patrística afirmaciones acerca del bautismo, la eucaristía, etc. Sin embargo, estas acciones conocidas en la Iglesia no son subsumidas todavía bajo el concepto general de sacramento ni se las distingue de otras acciones no sacramentales” (p.607). Schlette (1979) recuerda también que el septenario sacramental, es decir, la “lista” de los siete sacramentos recie´n aparece en el siglo XII. Lo que sí se mantuvo desde los comienzos de la Iglesia es la conciencia de que a través de estos misterios la gracia de Dios actuaba sobre el ser humano. Aquí tuvo protagonismo Agustín (s. IV d.C) quien ayudó a perfilar el concepto de sacramento, especialmente en la cuestión de que la gracia de Dios actúa independiente de la idoneidad moral del sujeto que lo dispensa, elemento del cual ya habíamos hecho mención en la columna anterior.

 

Con la presencia del septenario sacramental ya entrado el siglo XII (Tomás de Aquino y Buenaventura) se entiende que el sacramento es un medio de gracia instituido por Cristo y encomendado a la Iglesia, a la vez que se afianza la cuestión de la materia y la forma del sacramento, es decir, del objeto sensible o tangible que comunica la gracia de Dios y de las palabras que acompañan a ese signo. Por ejemplo, en el bautismo la materia es el agua y la forma es “yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. De ahí la definición tradicional de sacramento como signo sensible que comunica la gracia de Dios que es invisible. A su vez se reconoce el sujeto y el ministro, es decir, quien recibe y quien administra o imparte. Aquí vale la indicación de Schlette (1979) cuando sostiene que los teólogos del siglo XII ya habían entendido que el sacramento no actúa de manera mágica, sino que supone la disposición del sujeto que lo recibe a la vez que se indica que debe existir intención del ministro de administrar el sacramento siguiendo la tradición de la Iglesia. Estos elementos quedan afianzados durante el Concilio de Trento en el siglo XVI.

 

  1. PERSPECTIVAS TEOLÓGICAS, PASTORALES Y ESPIRITUALES

 

Los sacramentos tienen una historia muy larga. Sería imposible en este breve espacio de Rumbos detallar cada momento de su desarrollo histórico. Quisiera contentarme con los elementos que pude exponer en el primer punto para desde allí ofrecer algunas perspectivas teológicas, pastorales y espirituales en torno a los sacramentos.

 

En primer lugar, la centralidad del Misterio Pascual como fuente de la cual brotan los sacramentos cristianos. Esta cuestión dice que los sacramentos tienen su origen en la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús y que no son ritos o signos arbitrarios creados por mero antojo de la Iglesia. La teología ha reconocido en los siete sacramentos signos, palabras y acciones que tienen que ver con la práctica liberadora y salvífica de Jesús de Nazaret. Por ello y debido a la comunicación objetiva de la gracia se indica que cuando un ministro bautiza es Cristo quien bautiza, o que cuando perdona en la penitencia es Cristo quien perdona. La razón última del sacramento es cristológica. Una auténtica teología sacramental y unos buenos itinerarios sacramentales deben considerar este elemento. Si esto se olvida se termina tergiversando todo el sacramento.

 

En segundo lugar, marcar mucho la importancia de un buen y sano itinerario y de una pastoral sacramental, sobre todo a nivel parroquial. Las parroquias son los espacios en donde se va desplegando la práctica sacramental y la comunicación de la fe a través de los signos cristianos. Un itinerario sacramental debe significar ese camino que, a través de métodos, puestas en común, celebración de hitos y vinculación con la totalidad de la parroquia. La catequesis no es un órgano aislado de la comunidad, sino que es el espacio que, a mi entender, y en comunión directa con la liturgia, deben ser el pulmón de toda la vida pastoral. Aquí seguimos lo indicado por el Vaticano II en su Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la liturgia de que la Eucaristía y la liturgia son las fuentes originarias de la Iglesia, fuentes que dan vida a la misma comunidad (SC 2, 10).

 

En tercer lugar, la cuestión de que los sacramentos cristianos no se pueden trasformar en protocolos o en meras acciones “sociales”. El sacramento es, ante todo, un espacio en donde la gracia de Dios se comunica gratuitamente al ser humano, a sus relaciones, a su vida, a sus proyectos. La gracia no se puede suplantar por la celebración posterior, por el marketing o por la mera acción de un evento social. La centralidad del sacramento debe posicionarse una y otra vez tanto en las celebraciones mismas, como en las catequesis, así como en la totalidad de la vida de la Iglesia.

 

En un cuarto y último punto quisiera proponerte una actividad para recordar. La palabra recuerdo o recordar provienen del latín “re cordis” que significa “volver a pasar por el corazón”. El porqué de esta última perspectiva, enmarcada en una espiritualidad sacramental, tiene que ver con que podamos interiorizar que el septenario sacramental (los siete sacramentos) acompañan momentos vitales centrales: el nacimiento, el crecimiento y la vocación, la comida comunitaria, el servicio y los momentos de enfermedad. Esto es quizás lo más relevante de los sacramentos, a saber, que la gracia de Dios camina con nosotros y acompaña nuestros momentos vitales, tanto personales como comunitarios. Dicho eso te invito que puedas recordar a quienes han acompañado tus propios sacramentos: la fecha de tu bautismo, quiénes fueron tus padrinos y quién fue el sacerdote o ministro que administró el primer sacramento. Lo mismo con los demás: quiénes fueron tus catequistas, tu padrino o madrina de confirmación, los ministros que celebraron el sacramento. Si eres casado o casada que mires a tu esposo o esposa y reconozcas en él o en ella el rostro amoroso de Dios. Si eres presbítero que recuerdes quién era tu Obispo y que pienses la radicalidad evangélica de tu ministerio. Así con todos los sacramentos. La gracia de Dios se celebra, se recuerda, se vive, se comunica. ¡He ahí la riqueza inagotable de los sacramentos!

 

 

Para continuar la lectura

 

  • Concilio Vaticano II, Constitución “Sacrosanctum Concilium” sobre la Liturgia en la vida de la Iglesia.
  • Jesús Espeja, Para comprender los sacramentos (Verbo Divino, España 1990)
  • José Granados, Tratado general de los sacramentos (BAC, Madrid 2017)

 

Preguntas de profundización

 

  • ¿Cómo desarrollamos nuestros itinerarios catequéticos y sacramentales en nuestra comunidad o parroquia? ¿Qué elementos tienen más fuerza y qué elementos deben actualizarse?
  • ¿Qué elementos de esta columna me llamaron la atención? ¿por qué?
  • ¿Cómo la celebración de los sacramentos nos ayuda a afianzar nuestra vida humana y pastoral?