Palabras del Pastor

Domingo de la Misericordia

Monseñor Guillermo Vera, obispo de Rancagua, nos invita a vivir el Domingo de la Misericordia

Este domingo los católicos celebramos el Domingo de la Misericordia, misterio que nos invita a gozarnos en un mayor conocimiento de Dios, el cual es rico en misericordia. Todo nuestro ser se ha de volver espontáneamente a Él, para honrarlo, confiar en Él y obtener su infinita bondad.
Los cristianos estamos llamados a vivir la caridad, la misericordia, no sólo por ser buenas personas, sino porque sabiéndonos amados por Dios procuramos parecernos a Él y hacemos sentir a los demás la dignidad que tienen: hijos de Dios por los cuales el Padre se preocupa. Por eso, cada año, la vivencia de este Domingo de la Misericordia nos ayuda a motivarnos y a darnos cuenta de que todo lo que somos y tenemos lo hemos recibido por pura misericordia de un Dios que nos mira con cariño y que estamos invitados, a hacer en la medida que podamos, lo mismo.
Sí, la mayoría de las veces podemos dar, pero no siempre nos damos o no damos bien. El Papa Francisco nos ha preguntado, ¿miramos a aquella persona a la cual le damos una moneda, o solo casi la tiramos en la mano sin detenernos a ver cómo es ese hermano al cual estoy “ayudando”? Hemos de preguntarnos cómo ayudamos cuando lo hacemos.
Todos podemos dar o darnos. Nadie es tan pobre que no pueda dar una sonrisa nos ha dicho el Padre Hurtado y, sin embargo, podremos dar testimonio, cómo nos cuesta a veces, dar esa sonrisa.
Hay muchas maneras de ayudar, es cosa de mirar alrededor y dejar hablar al corazón, es cosa de escuchar y mirar a Jesús y veremos cuántas cosas podemos hacer.
La Iglesia nos enseña las obras de misericordia que podemos hacer, te las recuerdo, así las expresamos, aunque cada formulación nos puede llevar a variadas acciones.
Las obras corporales de misericordia son: Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, visitar a los presos, visitar a los enfermos, enterrar a los muertos.
Las obras de misericordia espirituales: Corregir al que se equivoca, enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que duda, consolar al triste sufrir con paciencia lo molesto del prójimo, perdonar al que nos injuria, orar por los vivos y por los difuntos.
Sin duda, todos podemos hacer algo o algunas de estas obras, si lo hacemos nuestro mundo será más humano y también más divino y todos nos sentiremos mejor.
Asemejémonos un poco más a Dios en quien esta nuestra confianza, y si de El esperamos recibir misericordia, seamos nosotros en cuanto podamos, misericordiosos.
Qué Dios les bendiga

 


+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua