Una invitación a participar en el XIX Congreso de Profesores de Religión Católica ha extendido la Pastoral para la Educación de la diócesis de Rancagua. Éste se realizará el 11 de noviembre, en dependencias del Colegio San José de Requínoa, desde las 8:30 hasta las 13 horas.
En la oportunidad, la directora de las carreras de Pedagogía Media para licenciados y pedagogía Media en Religión Católica, de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, Marie Solange Favereau Correa, dará la conferencia “La clase de religión, un espacio para el diálogo fe-cultura”. Rumbos conversó con Marie Solange sobre de educación.
Uno de los ejes, pero no el único, es hacer tomar conciencia al profesor de religión que su clase es un espacio importante para el diálogo fe-cultura, no sólo para hablar de Dios, que sí lo es, sino que también para enganchar con la cultura, porque la clase de religión no puede ir en paralelo con lo que pasa en el mundo de hoy, sino que tiene que hacerse cargo de las grandes problemáticas del hombre, de sus grandes inquietudes, de los anhelos del corazón del hombre, es decir, de sus esperanzas y sus desesperanzas.
Es una invitación al profesor de religión a reflexionar con una mirada positiva sobre el mundo en el que estamos y desde esa realidad tomar su trabajo como una misión de esperanza.
La fe es algo razonable, no es un salto a la oscuridad, es algo en lo que se puede pensar de forma racional, las verdades del Evangelio, las buenas nuevas del Evangelio es algo en lo que se puede pensar. Entonces, plantearse las grandes preguntas en la clase de religión es clave y éstas deben ir en convergencia con la cultura del tiempo. Y esto a través del método que usaba Jesús, que es fascinante, yo creo que Jesús es la persona más opinante que ha pasado por la historia. Él nunca fue ajeno a la cultura.
En ese sentido, la clase de religión debe ser una clase atractiva e innovadora que entre en diálogo también con las otras disciplinas, debe ser transversal, que de alguna manera esté impregnada en las otras asignaturas.
La religión católica no es una religión de normas y exigencias de deberes, sino que es una religión que te abre a tener una vida más feliz, una vida mucho más esperanzada por aspiración.
Tenemos que formar a nuestros estudiantes físicamente, artística e intelectualmente, pero también los tenemos que abrir a las grandes verdades espirituales, a las grandes preguntas que se hace el hombre y la clase de religión plantea las preguntas más trascendentales de la vida.
En ese sentido, la clase de religión forma integralmente. En educación física, cultivamos la salud física, tenemos conciencia de nuestro cuerpo; en la clase de matemáticas, aprendemos a razonar; y la clase de religión da respuesta a las preguntas transcendentales. También en ella se puede aprender que hay un espacio de silencio. Porque ahora la gran pregunta es ¿Con qué estamos llenando nuestro mundo interior? Nuestra vida íntima se está llenando con cosas del mundo, con sus propuestas, con sus modelos; o la estamos llenando de algo más sustancioso que no se enmohece, sino que es fuente de vida.
Creo que hoy en día para los profesores de religión hay un desafío muy grande. Las ciencias de la educación, las ciencias cognitivas, la neurociencia han avanzado muchísimo. O sea, hoy día hay mucha investigación de cómo se aprende mejor. Entonces, ¿Cómo hacer que la clase religión sea de verdad una clase en que se piense, que el chiquillo pueda decir chuta, nunca me había planteado esto? ¿Nunca había pensado en eso? ¿Qué interesante? Y eso no significa que tiene que estar de acuerdo con nosotros, porque la clase de religión es para todos, para el que tiene dudas, para el que no cree, pero a veces se plantea algo que es razonable, y aunque no crea puede decir le voy a dar una vuelta.
Entonces, para el profesor de religión es desafiante, tiene que pensar cómo hacer que el alumno sea protagonista del aprendizaje. Hay que pensar cuáles son sus intereses, qué tienen en el corazón y a partir de ellos entrar con nuestro mensaje, si yo llego con mi mensaje sin importar en qué están los alumnos, en cuál es su cultura, en qué los moviliza, voy a hablar en el vacío, entonces yo diría que conocer muy bien a los estudiantes, al curso que tengo. El contexto es fundamental para crear un espacio de diálogo.
Diría que lo más importante en el plano de la religión es respetar la diversidad. Que siempre tienen que dar un mensaje positivo en el sentido de que su experiencia con la Iglesia, con Dios, como padre, no tiene por qué condicionar, ni determinar la experiencia de su hijo. Entonces, darle la posibilidad de que ellos tengan esa experiencia con la Iglesia, con Dios, y ellos decidan en libertad.
Y si son padres creyentes que quieren que aprovechen la clase de religión, decirle a su hijo, ahí puedes encontrar muchas respuestas, es el lugar donde ir a plantear las grandes preguntas. No se trata de que de la clase de religión te vaya a resolver dudas de fe, pero se trata de tener un encuentro para pensar las grandes propuestas. Para acercarse, para abrirse, yo te diría que la primera actitud debe ser abrirse a esta posibilidad.
Finalmente, me gustaría decirles a los padres y también a los profesores que el cristianismo tiene un mensaje de alegría, de un Cristo vivo que vino a traer un mensaje de esperanza y a no tener miedo porque estás con Dios y eso te hace ser muy poderoso, poderoso en el sentido de decir voy por la vida de frente caminando en alto porque Él está conmigo y Él es la verdadera fuente de vida y de la alegría.
