El compromiso de los cristianos en las elecciones

Jueves 01 de Abril del 2021
“Tomar en serio la política en sus diversos niveles – local, regional, nacional y mundial – es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad”, señaló el Papa San Pablo VI. Qué atingentes parecen sus palabras para el Chile de hoy que está ad-portas de la elección de autoridades comunales y provinciales; y de las personas que tendrán la responsabilidad de redactar la Constitución.

“Tomar en serio la política en sus diversos niveles – local, regional, nacional y mundial – es afirmar el deber de cada persona, de toda persona, de conocer cuál es el contenido y el valor de la opción que se le presenta y según la cual se busca realizar colectivamente el bien de la ciudad, de la nación, de la humanidad”, señaló el Papa San Pablo VI. Qué atingentes parecen sus palabras para el Chile de hoy que está ad-portas de la elección de autoridades comunales y provinciales; y de las personas que tendrán la responsabilidad de redactar la Constitución.

Más que dar una guía para señalar por qué candidato votar, lo que claramente no es el rol de esta revista, queremos darles luces para que puedan tomar una decisión informada e invitarlos a reflexionar sobre su misión y compromiso cristiano en estas elecciones.

En ese contexto, daremos la visión de distintos papas, religiosos y laicos sobre una participación política coherente por parte de los seguidores de Cristo. Es decir, que el ser cristiano se demuestre también en las urnas, votando por personas a las que hayamos conocido y demuesten su compromiso por hacer vida el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia. Ya lo dice Benedicto XVI: “Compete también a los fieles laicos participar activamente en la vida política, de modo siempre coherente con las enseñanzas de la Iglesia, compartiendo razones bien fundadas y grandes ideales en la dialéctica democrática y en la búsqueda de un amplio consenso con todos aquellos a quienes importa la defensa de la vida y de la libertad, la custodia de la verdad y del bien de la familia, la solidaridad con los necesitados y la búsqueda necesaria del bien común. Los cristianos no buscan la hegemonía política o cultural, sino, allí donde se comprometen, son movidos por la certeza de que Cristo es la piedra angular de toda construcción humana”.

 

Papa Francisco y la participación política de los creyentes

 

  • “Una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes.  Por eso, los invito a que vivan su fe con gran libertad. Sin creer jamás que existe una única forma de compromiso político para los católicos”, ha dicho el Papa Francisco. Lo que quiere decir es que cada uno debe discernir a quién encuentra mejor para llevar a cabo el proyecto democrático del país.
  • Es más, el Santo Padre ha acentuado que “ser católico comprometido en la política no significa ser un recluta de algún grupo, organización o partido…”

 

" ¿Por quién tengo que votar?”, se preguntan algunos y en más de una oportunidad el Santo Padre ha dado respuesta a esa interrogante. Es así como en el año 2019, el Papa Francisco dirigió un mensaje a los miembros de la Academia de Líderes Católicos reunidos en Roma y dejó importantes mensajes que cobran especial fuerza en el momento histórico que vive el país.

  • “Ser católico comprometido en la política no significa ser un recluta de algún grupo, organización o partido, sino vivir dentro de una amistad, dentro de una comunidad”.  Este hecho se convierte en condición necesaria: “Si tú al formarte en la Doctrina social de la Iglesia no descubres la necesidad en tu corazón de pertenecer a una comunidad… en la que puedas vivir la experiencia de ser amado por Dios, puedes correr el riesgo de lanzarte un poco a solas a los desafíos del poder, de las estrategias, de la acción, y terminar en el mejor de los casos con un buen puesto político, pero solo, triste y manipulado”.
  • El Santo Padre habla sobre la dimensión política de la vida del cristiano, y cita a San Óscar Romero: “el cristiano verdadero debe preferir su fe y demostrar que su lucha por la justicia es por la justicia del Reino de Dios, y no otra justicia”.
  • Estas palabras, afirma el Papa, “las pronunciaba Romero para que los fieles laicos fueran libres y no esclavos, para que reencontraran las razones por las que vale la pena hacer política, pero desde el evangelio superando las ideologías”.
  •  “La política es una vocación de servicio… Solo concibiendo así la política esta colabora a que el pueblo se torne protagonista de su historia y evita que las así llamadas “clases dirigentes” crean que ellas son quienes pueden dirimirlo todo”.
  • El Papa clama a una nueva presencia de los católicos en la vida política. No se trata de presentar nuevos rostros. Sino de presentar nuevas alternativas, que den voz a sectores de movimientos populares y que “expresen sus luchas auténticas”.
  • El Papa afirma que “hacer política inspirada en el evangelio desde el pueblo en movimiento puede convertirse en una manera potente de sanear nuestras frágiles democracias y de abrir el espacio para reinventar nuevas instancias representativas de origen popular”.
  • Francisco afirma con fuerza que “una misma fe cristiana puede conducir a compromisos diferentes.  Por eso, los invito a que vivan su fe con gran libertad. Sin creer jamás que existe una única forma de compromiso político para los católicos”.

 

 

Laicos invitan a las urnas

 

Banquete de la democracia

 

En los próximos meses los chilenos estaremos convocados a más de ocho consultas en relación a nuestro régimen político: tendremos que diseñar una nueva Constitución, y participar de diversas elecciones de autoridades tanto comunales como regionales y nacionales, afectando la totalidad de nuestra pirámide de jerarquización política. En otras palabras, elegiremos casi la totalidad de los responsables de conducir y proyectar los términos en que convivamos y nos proyectemos cono nación.

No hay duda, como tal vez no ha ocurrido antes, que seremos -este año- llamados a repensar Chile y a nominar a los encargados de diseñar y materializar el Chile que la mayoría de nosotros piensa y desea.

¡Gran desafío! Que duda cabe. Especialmente, para los cristianos, marcados desde nuestro nacimiento con el signo de la cruz y el compromiso asumido, permanentemente, de acercar “nuestra tierra” al Reino de los Cielos.

En la Encíclica “Caritas in Veritate” Benedicto XVI nos convoca a la edificación de “la ciudad del hombre, y haciéndola en cierta medida una anticipación que prefigura la ciudad de Dios sin barreras”. En otras palabras, recordando a Pablo VI: a asumir El desarrollo del hombre, de todo el hombre y de todos los hombres”. ¿No está en estas dos invocaciones la esencia de la gran política?

Finalmente, (es espacio nos limita para desarrollar más ideas) por el momento, entusiasmémonos a participar en espíritu y razón, y quizás también con mucha fe, en las diversas etapas de este “banquete de la democracia”.

Carlos Bravo Barros

 

 

Una forma de caridad

 

La participación de los católicos en la vida política es una responsabilidad que de ningún modo puede ser “abdicada”, como nos enseña el Concilio Vaticano II; es decir, no podemos desentendernos de la variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, que está destinada a promover el “bien común”, que incluye la promoción del orden público y la paz, la libertad y la igualdad, el respeto de la vida humana y le medio ambiente, la justicia y la solidaridad, entre otros. En el contexto de la participación de los católicos en el actual proceso constituyente, podemos hacerlo como candidatos a constituyentes y como electores de los mismos.

En palabras del Papa Francisco, participar en política es una forma” preciosa de caridad”, pues busca el bien común. Que en este caso es una nueva constitución que ilumina las relaciones sociales, económicas y políticas, como lo describe en Evangelii Gaudium 205.

La participación de los católicos en este proceso debe ser con sentido crítico y constructivo, practicando intensamente el diálogo en pos de la fraternidad, esa que nos permite abrazarnos, nos une y nos hace iguales, que nos aleja de la injusticia económica, de la ganancia insaciable y de las ideologías del odio, la violencia y la división.

Finalmente, una especial acogida a la participación de las mujeres y los pueblos originarios en este proceso. Si bien la elección de constituyentes es paritaria y de escaños reservados a los pueblos originarios, los católicos debemos observar que esas voces sean escuchadas, respetadas y consideradas.

Braulio Guzmán Rebolledo

 

 

Hora de construir

Siglo 20 convulso, siglo 21 iniciado con más zozobra que calma. Instituciones desprestigiadas, representantes populares sumidos en el desprestigio. Niveles de violencia mayores a los conocidos tanto en la vida cotidiana como en las expresiones que protagonizan sectores de la población en la calle.

Y en medio de ese ambiente, tenemos la oportunidad histórica de elaborar nuestra constitución, con representantes que elegiremos por votación, con igual número de hombres y mujeres y con una parte de los convencionales procedentes de pueblos originarios.

Ser católico/a y participar en esta oportunidad histórica, deben ser dos conceptos que van de la mano. Porque es nuestro deber construir en comunidad y, en este caso, la comunidad nacional nos llama a diseñar la hoja de ruta que marcará nuestro camino en los próximos 50 años o más.

En una nueva constitución sí debe caber una convocatoria a ser protagonistas del cuidado de nuestros recursos naturales, al respeto a la diversidad y la diferencia, a que el mundo público y privado asuman su responsabilidad en hacer justicia a los más desfavorecidos. No más un Estado que se encoge de hombros mientras algunos privados sacan provecho a su favor, pero perjudicando a millones de compatriotas.

El país no está en un buen momento, claro. Pero sí es el momento para instalar una Convención que ejercite el músculo del oído, de la empatía, del respeto al otro/a. Dando el ejemplo, entre tanta diversidad, los convencionales mostrarán un camino para un reencuentro de quienes habitamos esta tierra, con un paso adelante y otro atrás, pero con la convicción de que la construcción de Chile es una tarea de cada uno/a.

Claudio Urtubia Cornejo