Nuevos servidores para la diócesis

Jueves 30 de Septiembre del 2021
• Emotivas eucaristías de ordenación diaconal se vivieron durante septiembre y octubre en Rancagua, San Fernando y Pichilemu.

Acompañados de sus familiares y párrocos estuvieron los nuevos diáconos permanentes, durante sus ceremonias de ordenación, presididas por el obispo diocesano, monseñor Guillermo Vera Soto.  

La primera fue el 10 de septiembre, momento que recibieron el ministerio en la Catedral de Rancagua: Víctor Manuel Caro Ponce, parroquia Santa Clara, Rancagua; Miguel Angel Rivera Duarte, parroquia Santa Gemita, Rancagua; José Esteban González Madariaga, parroquia Divino Maestro, Rancagua; Leonel Fernando Littin Luengo, parroquia Sagrada Familia, Palmilla; y Francisco Eduardo Soto Rivera, parroquia Nuestra Señora del Rosario, Pichidegua.

En tanto el 25 de septiembre, en la parroquia Inmaculada Concepción de Pichilemu se ordenaron los diáconos electos: Luis Alberto Gálvez Barra y Jaime Raúl Muñoz Romero.

Mientras que el 1 de octubre, en la parroquia Santa Rita de Cascia, San Fernando, les corresponde a: Raúl Ibar Largo Ramírez y Francisco Antonio Arenas Flores.

En cada una de las ceremonias, el obispo de Rancagua, agradeció a los recién ordenados por haber dicho “sí al Señor”, e instó a sus familiares a rezar por ellos y por su servicio en este importante ministerio.

Le invitamos a conocer algunos testimonios de los nuevos consagrados.

 

LOS NUEVOS SERVIDORES

Jaime Muñoz Romero está casado con Pola Pesante y tienen 2 hijos: Jaime y Eduardo. Asevera que “mi familia ha sido fundamental en este proceso, me han apoyado incondicionalmente. Este camino ha sido de mucho conocimiento y un proceso de  constante  aprendizaje, de discernimiento y fortalecimiento en la fe. Estoy agradecido de Dios  por llamarme a servirlo; por la familia, por todos los formadores y guías espirituales, que me han ayudado y acompañado en este proceso, para poder ser un buen discípulo misionero de la Palabra y la caridad. Llevaré mi lema siempre en el corazón: "Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente y al prójimo, como a ti mismo".

 

Miguel Angel Rivera Duarte está casado hace 31 años con Susana y tiene dos hijos: Tomás Andrés y Francisco Javier. Cuenta que “además de mis padres y abuela materna, tres sacerdotes marcaron mí vida, el padre Alcibíades Morales, mi profesor en la universidad monseñor Javier Prado Aránguiz y el padre Carlos Naranjo Olivero, quien fue el que me hizo la invitación para iniciar la preparación al Diaconado. Haberme ordenado Diácono Permanente es muy importante en mi vida, siento que es una gran responsabilidad y lo veo como una culminación de un camino que decidí comenzar hace muchos años. Tal como lo dice el lema que elegí: ‘Lleva la barca mar adentro y echen las redes para pescar’, espero desarrollar una labor de servicio que permita a las personas acercarse y conocer a Jesucristo como nuestro gran Salvador”.

 

Francisco Soto Rivera, señala que “la mayoría de mi vida la he desarrollado en Pichidegua, teniendo la oportunidad de conocer a su gente y relacionarme en distintos ámbitos en distintos sectores. Aquí construí mi vida familiar junto a mi esposa y mis hijos, en el sector de Pataguas Cerro. Siempre fui muy cercano a la fe católica y por lo mismo sentí la necesidad de brindar a mi comunidad de Pataguas Orilla, Comunidad EPE Pichidegua y a mi parroquia Nuestra Señora del Rosario, este trabajo, cuyo motor fue mi fe, que es movida profundamente por el trabajo con las personas, brindar ayuda y poder servir al resto como lo dice mi lema ministerial mirando a San Alberto Hurtado Contento Señor Contento Alegría de Vivir”.

 

Leonel Fernando Littin Luengo, relata que “estoy casado con María Luz Cabello González y somos padres de Anita Fernanda y Valentina Paz, vivo en Palmilla y mi vida de Iglesia la he realizado en la Parroquia Sagrada Familia y en el Movimiento de Iglesia Sagrada Familia de Nazaret, donde junto a mi esposa somos Coordinadores Diocesanos, siempre apoyado por mis párrocos, padre Juan Carlos Farías y padre Iván Rojas Soto. Esta vocación de la Iglesia, como nos dijo nuestro Obispo, es para mí una alegría muy grande y especialmente una responsabilidad con mi comunidad no sólo en el servicio litúrgico sino también en el acompañamiento a quienes más lo necesitan, sin dejar de lado las responsabilidades de esposo y padre, que no se deben ver afectadas, antes bien, deberán ser desempeñadas con mayor dedicación”.