EN LA FRAGUA DE LA ESCUELA DIACONAL

Miércoles 03 de Abril del 2024

A diferencia de otras décadas, cuando los seminarios bullían de jóvenes preparándose para el sacerdocio, hoy es poco frecuente que alguien decida consagrar su vida a Dios. Las vocaciones sacerdotales y religiosas suelen más bien escasear que abundar. Por eso llama la atención que personas con vidas ya formadas, con esposas e hijos y una agenda llena de compromisos laborales estén iniciando un camino de entrega a Dios en el diaconado permanente. ¿Cómo entenderlo? ¿Signo de los tiempos tal vez? ¿Locura al estilo paulino, mera casualidad o comienzo de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia?

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Como sea, aquí están. Desde julio del 2023, nuestra Iglesia diocesana reabrió las puertas de la Escuela diaconal. A ella asisten dieciocho candidatos procedentes de lugares tan disímiles como sus propias vidas y vocaciones. Cada cuarto sábado del mes llegan al colegio Amada Sofía, en Coltauco, para participar de los módulos de clases presenciales que comienzan a las nueve de la mañana. Eso obliga a algunos a ponerse en marcha antes que despunte el sol, pues vienen de zonas distantes como Placilla o Santa Cruz. 

Conforme al plan de estudios aprobado por Monseñor Guillermo Vera, el año pasado tuvieron los cursos introductorios a la Sagrada Escritura y Evangelios Sinópticos, a mí cargo, además de Espiritualidad, curso dictado por el profesor León Vásquez Rojas. A las clases presenciales le siguen tres semanas de lectura personal y estudio, con sus respectivas evaluaciones. Todo ello gracias a Amada Sofía Virtual, que es la plataforma e-learning con que cuenta el colegio y facilita para estos fines. ¿Qué motiva a este grupo de varones a estar abriéndose al desarrollo de un nuevo llamado en este momento de sus vidas? ¿Cuál es la pasión que los impulsa a enfrentar los desafíos de la formación académica y espiritual?

Al oír sus testimonios nos queda claro que no existe más explicación que el anhelo de responder al llamado que Dios les hace a servir a su pueblo, con total radicalidad. Un llamado que, por lo demás, implica comunión con la Iglesia universal, con el obispo diocesano y con sus párrocos. En otras palabras, disposición y servicio. De hecho, ya lo hacen en sus comunidades. Y podrían continuar así, colaborando tal cual lo hacen hasta ahora. Sin embargo, se sienten cautivados por el servicio a ese pueblo desde el ministerio diaconal. Saben, también, que de esta forma podrían ayudar más estrechamente a los párrocos, por ejemplo, en la celebración de bautismos, matrimonios, funerales, liturgias de la Palabra y liderazgo pastoral de las comunidades.

Por otra parte, tienen claro que deberán compatibilizar su vida de familia y laboral con el servicio ministerial a la gente, que habrá una cuota de sacrificio y renuncia importante. No obstante, nada de eso les atemoriza ni preocupa. Pues la vocación a la que se sienten llamados, les llena de alegría el corazón. Y mientras tengan el apoyo de sus esposas e hijos, y el respaldo de sus curas párrocos, nada podría detenerles en su apasionado y generoso camino al diaconado permanente.

Recemos por su perseverancia, y también para que otros hermanos imiten su ejemplo. Este semestre, que se inició el cuarto sábado del mes de marzo, los pondrá en contacto con la Teología Fundamental. Así, paso a paso, continúan preparándose para un mejor servicio pastoral al pueblo de Dios.

De ese modo, cuando el reloj marcó las 09:00 horas, del sábado 23 de marzo, la Escuela diaconal volvió a abrir sus puertas para inaugurar un nuevo año académico.  En ella se fraguan los futuros diáconos permanentes de la diócesis. A mayor gloria de Dios y bien de su Iglesia.

 

Pbro. Humberto Palma

Director Escuela Diaconal