Editorial

Miércoles 03 de Abril del 2024
"El gozo del Señor Resucitado empapa nuestras vidas", señala el obispo.

Muy queridos hermanos y hermanas:

Hemos celebrado Semana Santa. El gozo del Señor Resucitado empapa nuestras vidas y nos anima a trabajar con ilusión para que el Reino de Dios crezca en medio nuestro.

Con la fuerza del Espíritu del Resucitado, sigamos entonces, nuestro camino hacia la celebración del Centenario de nuestra diócesis.

La mejor manera de celebrar tan importante acontecimiento es realizando nuestro trabajo de anuncio del Evangelio con renovado entusiasmo y dedicación. La tarea pastoral hoy más que nunca hemos de realizarla en un espíritu sinodal, es decir, en una más perfecta comunión entre obispo, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y hermanos laicos, cada uno en el lugar que le corresponde y con los dones y carismas que ha recibido. Con espíritu de Iglesia, hemos de continuar la obra de los misioneros, sacerdotes y familias que sembraron la fe en estas tierras, trabajo que nosotros agradecemos y que hemos de cuidar y potenciar.

En este espíritu es que como obispo los animo a que, durante este año podamos profundizar nuestro trabajo catequético, preocupados de llevar el conocimiento del Señor, de su Evangelio y de la vida de la Iglesia, a tantos que se acercan, queriendo recibir los sacramentos y buscando a aquellos que más alejados también tiene sed de Dios. Todo esto lo hemos de hacer con espíritu alegre, convencidos de lo que enseñamos, practicando más radicalmente nuestra fe. La Iglesia está para evangelizar, para acercar a Cristo a la gente.

La tarea de evangelizar requiere estar en una constante actualización de conocimientos y vivencias de la fe, por eso es muy importante la formación que podamos dar y recibir. Como Iglesia estamos empeñados en esta tarea y animo a todos los agentes pastorales y creyentes a aprovechar todos los momentos de formación que a través del año se irán dando, a través de diversas modalidades. Conozcamos más los fundamentos de nuestra fe.

El formarnos, para mejor servir, nos llevará a vivir el espíritu misionero que ha estar presente en cada una de nuestras vidas. Debemos salir a anunciar, proclamar la hermosura de creer, de sabernos amados por Dios. Sí, debemos ser una Iglesia cada vez más misionera, que en variados momentos y con creatividad sale a proclamar con respeto y firmeza el gozo de creer. Demos testimonio de Jesucristo y de su Iglesia.

Seremos más creíbles si entre nosotros nos respetamos y queremos, es imperioso entonces que vivamos en nuestras vidas y en cada una de nuestras comunidades el imperio de la caridad. Procuremos que nuestras comunidades sean lugares de acogida y respeto para que en ellas nos encontremos bien, seguros, y quienes lleguen se admiren del cariño y apoyo que sabemos brindarnos, y que la caridad se expanda más allá de nosotros buscando servir a quienes lo necesitan, para que así en nadie decaiga la esperanza.

Hermanos y hermanas, es mucho lo que hay por hacer. Contemplando la Cruz de Cristo, seamos todos hombres y mujeres cristianos, deseosos de anunciar el Reino, con renovado fervor y que así sigamos construyendo la Iglesia diocesana de la Santa Cruz de Rancagua.

Dios les bendiga,

 

+Guillermo Vera Soto

Obispo de Rancagua