Queridos amigos y amigas:
Al final de cap. VI de la Carta Encíclica Fratelli Tutti, donde el Papa nos ha motivado al cultivo del diálogo y la amistad social, nos recuerda lo importante de cuidar la virtud de la amabilidad. Nos dice que: “El individualismo consumista provoca mucho atropello”, esto lo hemos visto o vivido cuando en algunos comercios se anuncian liquidaciones u ofertas del momento, cuántas carreras y empellones con el fin de obtener algo que ni siquiera sabemos nos va a servir o lo vamos usar, pero como se ve barato, hay que adquirirlo; en ese momento surgen tensiones, peleas, se pierden composturas; son un claro signo de lo que vivimos como sociedad: deseo poseer sin darme cuenta a cuantos atropello en el camino.
Sin embargo, nos recuerda el Papa: “todavía es posible optar por el cultivo de la amabilidad. Hay personas que lo hacen y se convierten en estrellas en medio de la oscuridad”.
La persona que es “amable ayuda a los demás a que su existencia sea más soportable, sobre todo cuando cargan con el peso de sus problemas, urgencias y angustias”. Pienso en tantas personas que en los distintos servicios públicos o privados atienden con especial dedicación y empatía, a pesar de todo el trabajo que tienen; el que llega a pedir un servicio y es así atendido se siente valorado, acogido y esto sin duda es un gran alivio que regala esperanza. Cuánta amabilidad hemos de procurar tanto para pedir un servicio como para darlo.
La amabilidad, nos recuerda el Papa. “Es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices Hoy no suele haber tiempo ni energías para detenerse a tratar bien a los demás, a decir, “permiso”, “perdón”, “gracias”.
Pero de vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule. Este esfuerzo, vivido cada día, es capaz de crear esa convivencia sana que vence las incomprensiones y previene los conflictos.
El cultivo de la amabilidad no es un detalle menor, ella supone valoración y respeto y es capaz de cambiar nuestros estilos de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y confrontar ideas. Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes. Todos sin duda valoramos el diálogo y la amistad social, camino que el Papa nos propone para de verdad poder entendernos; algo podemos aportar para que esto sea una realidad y ser parte del milagro que cambia vidas.
Cultivemos la amabilidad, virtud pariente del amor, de la solidaridad, de la bondad, que nos lleva a caminar un poco más lento para no atropellar a otros, sino que al contrario darles vida con el gesto, la palabra, la sonrisa. Cosas grandes dependen de estos gestos, de esta virtud de la amabilidad vivida en la familia, el trabajo, la comunidad, la sociedad. Tratemos a los demás como queremos que ellos nos traten.
Dios, les bendiga
+ Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua