Queridos hermanos y hermanas:
El calendario de la iglesia nos hace celebrar cada 10 de agosto a San Lorenzo, patrono de los diáconos y de los mineros. En nuestra diócesis de Rancagua son varios miles de personas que trabajan en la minería, grande y pequeña, contribuyendo con su trabajo a la grandeza de nuestra Patria, a ellos y a sus familias un saludo cariñoso en estas fiestas y pedimos que el Señor, bendiga las obras de sus manos.
San Lorenzo, fue un diácono en Roma; vive en momentos de persecución de la Iglesia y él mismo demuestra su fe dando su vida por lo que creía. Amaba a Jesús y lo manifiesta sirviendo a los pobres, a quienes considera el gran tesoro de la Iglesia. Este gran hombre es el patrono de los diáconos, esos hombres que conocemos sirviendo en nuestras comunidades, como especiales servidores de la caridad. Al acercarse esta fiesta, como obispo y a nombre de toda la Iglesia que camina en Rancagua, los deseo saludar con especial aprecio.
Estimados diáconos: ustedes han recibido una especial vocación para servir al Señor y a la Iglesia. Por medio de la ordenación han recibido una gracia que les permite ser testigos privilegiados del amor del Señor para los hombres y mujeres creyentes. En efecto, ustedes, como hombres casados, padres de familia y ejerciendo diferentes trabajos, de manera concreta con sus vidas, enseñan y predican el misterio de la Encarnación, muestran a un Dios que se hace cercano y comparte nuestra vida.
Como obispo agradezco todo el trabajo que ustedes realizan. Pienso que en algunos momentos quizá les exigimos mucho, sabiendo que aparte de servir en la Iglesia, ustedes tienen muchas otras cosas entre sus manos. También les pido disculpas porque quizá no siempre les acompañamos lo suficiente en su formación y también en sus vidas personales. Con la gracia de Dios y junto a todos los sacerdotes procuraremos enmendar en esto.
Los animo a que continúen su hermosa misión. Acogiendo el llamado del Papa Francisco, asuman su tarea de estar presente donde como Iglesia no siempre llegamos. Ustedes son importantes por lo que son, como ministros Ordenados, y no sólo por lo que puedan hacer como tales. Es importante la presencia y el trabajo de ustedes como liturgos y servidores de la caridad, pero también como esposos, padres y trabajadores. Cuiden sus vidas, cuiden de sus familias y comunidades eclesiales y de trabajo.
Estimados diáconos, reciban ustedes, sus esposas y familia, el agradecimiento de toda la Iglesia de Rancagua, que valora la generosidad con que viven su Ministerio, sirviendo y acompañando la vida de tantos hermanos que en ustedes confían, porque les hacen cercana la caridad de Cristo
Dios les bendiga
Su obispo
+ Guillermo Vera