Hermanos y hermanas:
Tres años y medio de sequía hubo en Israel en tiempo del profeta Elías. El hambre comenzó a acechar en medio de la población.En este momento de tanto agobio, el profeta acompañado de un ayudante subió al Monte Carmelo para hacer oración. El monte miraba hacia el mar, y ahí de rodillas y con su frente pegada al suelo, Elías oró, no una vez, sino en siete momentos, hasta que el ayudante le diráque, en el horizonte, desde el mar, sube una “pequeña nube”, que comienza a crecer, llena el cielo, y la tan anhelada lluvia llegó, 1Reyes.18,41ss.
Nosotros también estamos viviendo una sequía y, movidos por la fe, estamos orando y no dejaremos de hacerlo, pidiendo al Señor, la lluvia necesaria para nuestros campos y ciudades. El Señor, ha sido grande con nosotros y seguiremos acudiendo a su bondad.
Pero no sólo nos agobia la falta de agua. Hoy en Chile tenemos muchas carencias, muchas sequías: nos falta entendernos, ser más empáticos, nos es difícil dialogar, la violencia e inseguridad nos acechan, hay temor frente al futuro. Hoy,necesitamos que no solo nuestra tierra reciba riego, sino también nuestras mentes y corazones reciban el riego fecundo del Espíritu de Dios.
Para los que creemos, la gracia de Dios nos es siempre necesaria. El Señor nos ha dicho: “sin mí, nada pueden hacer”, y sabemos por experiencia que es hondo el vacío que hay en el hombre, sino es asistido por el Espíritu de Dios.
Por todo esto, es que, al comenzar julio, mes en el cual celebraremos a Santa Teresita de los Andes y la Virgen Santa, que con el título del Carmen es Madre y Reina de nuestra Patria, como obispo, les invito a queoremos, como el profeta-incesantemente- al Señor, subiendo hasta Él connuestra oración; y que como Elías podamos ver esa “pequeña nube”, en la cual la Iglesia ha visto siempre una figura de la Virgen Santa, que derramó sobre el mundo la lluvia de la gracia de la salvación en Jesucristo. Sí, en este mes, recemos como Iglesia, en cada una de nuestras comunidades parroquiales, capillas, colegios, al interior de nuestros hogares. Cada día subamos hasta el monte del Señor, y supliquemos que, por medio de María del Carmen, se derrame sobre Chile la gran bendición que necesitamos: unidad, concordia, capacidad de ver un poco más allá, qué es lo que nos conviene como nación, ahora que dentro de poco votaremos el proyecto de Constitución que se nos propone. Recemos, para que Chile sea la nación de hermanos que deseamos y tengamos presente que esto se logrará sabiéndonos antes que nada hijos de Dios, de ese Padre del cual no queremos renegar, sino que deseamosesté presente en nuestras leyes, escuelas, hogar y sobre todo en nuestros corazones.
Hermanos y hermanas católicos, aprendiendo de nuestros mayores, julio sea el mes de la Novena del Carmen, de su altar arreglado en nuestras casas e iglesias, de su fiesta celebrada con fe; que Ella sea no sólo la “pequeña nube”, sino también la Estrella y sobre todo la Madre, que nos cobije y muestre caminos. Chile, tiene sed de Dios, tiene sed de esperanza, tiene sed de fraternidad, así que oremos con fervor y perseverancia como Elías y que el Señor por medio de María derrame la lluvia de gracia y bendición que esperamos.
¡Católicos, a rezar por Chile y su gente, en la oración esta nuestra fuerza!
Les bendigo con cariño,
+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua