Monseñor, ¿Cuál es el significado de la Solemnidad de la Palabra de Dios?
Hace dos años, el papa Francisco pidió que el tercer domingo del Año Litúrgico del tiempo ordinario estuviera dedicado para que los creyentes meditáramos de manera especial de la importancia de la Palabra de Dios y ese domingo corresponde este año el 23 de enero.
¿Qué significa esto?
En la fe es importante no olvidar que Dios ha hablado. La Sagrada Escritura nos dice que Dios ha hablado de muchas maneras, a través de los profetas, de los patriarcas, y en estos tiempos que son los últimos tiempos, Dios ha hablado a través de su hijo, y la Palabra de Dios para nosotros los creyentes está contenida en la Sagrada Escritura, en la Biblia, que es leída, proclamada y explicada en las celebraciones litúrgicas, en cada uno de los Sacramentos y de manera especial en la Santa Misa. Entonces, el Papa ha querido que prestemos atención a esto que para los creyentes es muy importante: Saber escuchar a Dios y escucharlo con el corazón. Para eso, el creyente debe estar muy atento, por ejemplo, a la celebración de la Santa Misa, a llegar a tiempo para escucharla.
Una gran responsabilidad tienen aquellas personas que en la misa leen, porque ellos proclaman la Palabra de Dios. Entonces, los invito a prestar este servicio en la misa. El Papa quiere que valoremos la Palabra de Dios en la vida eucarística y también en la vida personal del creyente.
Monseñor, en ese sentido, en el día a día, ¿Cómo hacemos efectiva la Palabra de Dios?
Es tan importante que el creyente a diario se alimente de la Palabra de Dios: ‘No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de Dios’. Es sentir que la palabra de Dios es alimento para el espíritu, es algo de lo cual todos podemos participar. Cuando se asiste a misa, muchas veces, no todos pueden participar de la Sagrada Comunión, por diferentes motivos, pero sí todos podemos alimentarnos de la Palabra de Dios, nadie queda excluido. En ese sentido, junto con lo que escuchamos en la misa, lo que el Santo Padre también insiste es que ojalá pudiéramos andar con el Evangelio en el bolsillo, para leerlo en cualquier momento, cuando voy en el metro, en el tren, en una sala de espera.
Los católicos en este aspecto estamos al debe: muchas veces llegamos atrasados a la misa, no prestamos atención cuando estamos en ella, y en nuestra vida personal pocas veces leemos la Palabra de Dios.
En la mayoría de las casas tenemos la biblia, a veces, grandes, bonitas y puestas en un altar, pero no la leemos. La biblia es para ser leída y meditada, ojalá estuviera bien ajada, subrayada, que se note que la hemos usado.
Invitaría a que a partir de este domingo 23 de enero que celebramos la importancia de la Palabra de Dios, procuremos leerla a diario. Hoy es muy fácil, a través del computador o del celular buscar las lecturas del día. Si todos los días leemos los textos bíblicos, ya estaríamos alimentándonos de esa palabra y conoceríamos mucho más de las Sagradas Escrituras y sin darnos cuenta iríamos avanzando en conocer la bíblica. Invitaría a los creyentes a que pudieran tener un trato asiduo con la palabra de Dios y que así podamos conocer más al Señor y llenar nuestra vida de paz, esperanza.
Es importante también no sólo escuchar, sino además aprenderse de memoria algunos fragmentos y retenerlos en el corazón, para que esa palabra pueda venir en mi auxilio en un momento de dificultad, debilidad o de problemas. Esa palabra que he rezado, meditado también la puedo compartir con otro o recordarla, porque como nos dice la Sagrada Escritura: ‘Tu palabra me da vida Señor, tu palabra es vida y luz’. Entonces, la Palabra de Dios hay que escucharla, meditarla y guardarla en el corazón, que es lo que hacía la Virgen, y como ella, que también salga esa palabra de nuestro corazón y la podamos proclamar e iluminar la vida de los demás.
¡Católicos, a leer más la palabra de Dios, a usar más la biblia! También es una forma de tener un diálogo con Dios, de escucharlo. Y a partir de ahí contestarle con mi vida, con mis gestos, mis acciones.